viernes, 9 de julio de 2010

Cubs sufren más allá de Zambrano




El derrumbe de Carlos Zambrano durante el último mes es sólo uno de los problemas que enfrentan los Chicago Cubs, mientras se acercan a la pausa de media temporada por el Juego de Estrellas.

Lo que más duele a este equipo, tan acostumbrado a los fracasos, va mucho más allá de eso, y está a la vista en la primera temporada de Tom Ricketts como dueño.

Las pobres temporadas por parte del tercer y cuarto bate, Derek Lee y el dominicano Aramis Ramírez, han incidido también para que los Cachorros se metan en un hoyo profundo que podría derivar en cambios antes de que venza el plazo para realizar transferencias.

También ha dejado en duda el futuro del manager Lou Piniella, quien está en el cuarto y último año de su contrato.

Cuando no hay un problema hay otro para este equipo que ha pasado 102 años sin ganar la Serie Mundial.

Ha habido derrotas vergonzosas. El fin de semana, en casa contra los Rojos, que lideran la división, los Cachorros admitieron nueve carreras en un inning. Dos días después, recibieron ocho carreras en un episodio, durante un encuentro en el que Cincinnati empalmó siete vuelacercas.

Durante su única victoria en la serie de cuatro encuentros contra su ex manager Dusty Baker, Chicago dejó varados en las almohadillas a 17 corredores.

"No me gusta perder, ni creo que a alguien le guste", dijo Piniella. "Pero, ¿qué voy a hacer? ¿Saltar desde el edificio Hancock?"

En una entrevista con un grupo de periodistas realizada esta semana en Phoenix, donde los Cachorros visitaban a los Arizona Diamondbacks, Piniella dijo que planeaba conservar su empleo por el resto de la campaña.

Durante sus primeras dos temporadas, el piloto llevó a los Cachorros a títulos divisionales, pero Chicago no repitió el logro el año pasado, y el panorama se tornó desolador en el 2010. El equipo está ya unos 10 juegos abajo de los punteros en la División Central de la Liga Nacional.

"Odio perder", dijo Piniella. "En este negocio es mejor estar preparado para sacar lo bueno de las desgracias. Nadie quiere que ocurran las desgracias, pero a veces pasan".

A Chicago le han ocurrido varios de esos percances con el visceral Zambrano, otrora considerado un as, quien de manera sorpresiva fue enviado al bullpen el 22 de abril y finalmente se reintegró a la rotación a comienzos de junio.

El venezolano, quien firmó un contrato por cinco años y 91,5 millones de dólares en el 2007, tiene una foja de apenas 3-6, con una efectividad de 5.66 en 22 encuentros de esta campaña, incluidas nueve aperturas.

Su exabrupto en el U.S. Cellular Field fue incluso más vergonzoso porque ocurrió contra los Medias Blancas, rivales de la misma ciudad, luego de permitir cuatro carreras en el primer inning. Al parecer, Zambrano se disgustó porque algunos compañeros no trataban de zambullirse para evitar algunos hits. Cualquiera que haya sido la razón, el berrinche ha sido visto innumerables veces en la televisión y en la internet.

Piniella envió a casa a Zambrano, quien fue suspendido, colocado en una lista de jugadores que no podían jugar y luego enviado a un programa de tratamiento que no se explicó.

"Fue una buena idea, una muy buena idea en realidad, la de esperar hasta que termine la pausa por el Juego de Estrellas antes de que él venga y hable con el equipo", dijo Piniella. "Las cosas se calmarán bastante, y creo que los jugadores aceptarán a Carlos como compañero".

Hace cinco meses, en la pretemporada, Zambrano prometió que sería un hombre nuevo. No habría más explosiones de ira como la que tuvo contra el umpire Mark Carlson, la temporada pasada, la cual derivó en una suspensión de seis encuentros. Ni como la pelea contra el receptor Michael Barrett en el 2007, que comenzó en la cueva y se propagó a la casa club (Barrett necesitó seis puntos de sutura después de la riña).

"Créanme, pienso que pasé esa etapa en la que me disgustaba por todo", dijo Zambrano antes de esta campaña. "Por eso verán a un Carlos Zambrano que sonríe y se ríe con todos".

Ahora quizás pueda intentarlo nuevamente.

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